jueves, 28 de mayo de 2015

28 de mayo Día Internacional de Acción por la Salud de las Mujeres


El cuidado de la salud no es ajeno al género, muy al contrario el género influye negativamente todos los ámbitos del cuidado de la salud: investigación, prevención, diagnóstico y tratamiento. Hombres y mujeres enfermamos y somos tratadas de distinta manera, dentro de esta sociedad aún marcada por el patriarcado y el androcentrismo. En el enfoque de la salud de las mujeres siguen pesando gravemente los estereotipos patriarcales: la consideración de las mujeres como seres para la procreación cuya salud y equilibrio mental dependen de los órganos reproductores, las mujeres como seres débiles, tendentes a la locura y necesitadas de control, etc.

  • Se invierten muchos menos recursos en la investigación de dolencias que afectan exclusivamente a las mujeres, por ejemplo, la endometriosis; en la investigación y prevención de enfermedades laborales más propias de profesiones feminizadas, y en la investigación de la influencia de factores medioambientales en la salud de las mujeres (posible influencia de los xenoestrógenos presentes en pesticidas, fármacos, productos derivados del plástico, etc., en el aumento de cánceres de mama).

  • Un doble reduccionismo: 1). Considerar que los problemas de salud de las mujeres son absolutamente similares a los de los hombres. Los estudios clínicos se realizan únicamente con población masculina, lo que lleva a ignorar la diferente sintomatología con que una misma patología puede cursar en hombres y mujeres, hecho que ha provocado una mayor tasa de fallecimientos de mujeres por problemas coronarios. 2) Creer que las mujeres están protegidas por sus diferencias, lo que ha provocado durante décadas el  denominado “Síndrome Yentl”, (título de un estudio de  la cardióloga estadounidense Bernardine Haley de 1991), consistente en que se realicen menos pruebas diagnósticas a las mujeres que acuden a urgencias con problemas coronarios, bajo la falsa creencia de que las mujeres “están protegidas contra los infartos por sus hormonas”.

  • Los estudios de nuevos medicamentos se hacen, en su mayoría, con población únicamente masculina, extendiéndose después los resultados a las mujeres, sin tener en cuenta las variables que puedan producirse por factores hormonales, fisiológicos, etc.

  • La “salud de las mujeres” suele reducirse a los aspectos reproductivos, dejando totalmente de lado un abordaje holístico de la salud de las mujeres, incluida nuestra sexualidad.

  • Las mujeres somos medicalizadas en exceso, incluso en los procesos fisiológicos naturales, negándosenos el control de nuestro propio cuerpo y la toma de decisiones en temas como: embarazo, parto, lactancia, etc.

  • Se prescriben menos pruebas diagnósticas a las mujeres que a los hombres, atribuyendo sus síntomas con mayor frecuencia a factores psicológicos, y sometiéndolas a tratamientos con ansiolíticos, antidepresivos, etc. O bien se colocan una serie de síntomas bajo una etiqueta, sin dar respuesta real a las necesidades de las mujeres y más bien “naturalizando” el dolor de las mujeres (dolores crónicos, fibromialgia, etc.)

  • El malestar y la sintomatología provocados por las condiciones de vida determinadas por los roles de género, pasan a tratarse con este mismo tipo de fármacos, encubriendo las causas reales: malestar en la pareja o la familia, maltrato, violencia, acoso sexual o laboral, doble jornada, desgaste producido por las tareas de cuidado prolongadas, etc.
  • Existen una serie de condicionantes de género que afectan gravemente a la salud física, mental y emocional de las mujeres:

·         La percepción de una baja valoración en todas las esferas, incluida la laboral con el permanente “techo de cristal”.

·         La sensación de culpa constante y la persecución de un modelo de perfección inalcanzable.

·         Demandas de trabajo más estresantes. Trabajo sin fin, doble/triple jornada.

·         Falta de autoridad y reconocimiento.

·         Desgaste físico, mental y emocional por el desempeño de las tareas de cuidado realizadas durante largos periodos de la vida.

·         Vivir para las demás personas, vivir los proyectos de “los otros y otras”.

·         El sincretismo de género que se puede somatizar en diferentes dolencias: vivir con “contracturas” se hace enfermedad en nuestras articulaciones.

·         Los micromachismos y la “sutil” violencia estructural permanente


·         Las diferentes formas de violencia contra las mujeres: psicológica, física, sexual.

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